Atraer la buena suerte

Ya decía Cicerón que es la fortuna, y no la sabiduría, la que gobierna la vida del hombre. Muchas de las personas que han recurrido a mí a lo largo de estos años, lo han hecho tras una etapa de especial "mala suerte", en la que en su vida se encadenaban los sucesos negativos uno a uno, por mucho que luchasen para salir adelante. En estas situaciones es difícil no plantearse si acaso tanta mala suerte puede ser debida a un hechizo o un mal de ojo, o si la magia blanca puede ayudarnos a cambiar nuestra situación.


Existen todo tipos de amuletos para la buena suerte, algunos hasta se contradicen entre sí. El trébol, la cruz, la herradura, el color rojo. Hay quien asegura que un cierto vestido o ropa interior le da buena suerte o quien repite series de oraciones o actos para atraerla. ¿Qué hay de cierto en estas técnicas? 



Atraer la buena suerte no sólo nos puede ayudar a superar ese mal bache o prueba, sino a conseguir los sueños que hemos dejado aparcados o a los que hemos renunciado, tal vez tras racionalizar que lo que nos faltaba era capacidades o atributos cuando, en realidad, hubiese bastado con un poco de suerte.

Hace tres años conocí a Juan Echenique en uno de mis frecuentes viajes a Latino América. Juan es una de las personas más sabias con las que he tenido oportunidad de compartir viaje. Me ofreció su casa y, lo que es más importante, parte de su sabiduría. Por ello hoy en día su hechizo mayor para atraer la buena suerte es el único que recomiendo en aquellos casos en los que sospecho que puede haber un mal hechizo previo, o en el que el efecto de la buena suerte necesita ser más potente. Es un método que exige la implicación de aquel que lo recibe y que se nutre de la raíz que se esconde detrás de amuletos y talismanes, que al fin y al cabo no son más que intermediarios del verdadero poder de la suerte. 

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